domingo, 20 de noviembre de 2011

Mirarnos, vernos. Una guerra por el sentir

Y ella que me mira con esos ojos grandes, más grandes por el maquillaje. Y yo que la miro y no puedo entender cómo su rostro calló en mis ojos, cómo su vida calló en mi vida... 
Venía ordenado. Todos los papeles estaban como quería el orden, y la muy ella abrió la ventana y se volaron. Se volaron con su aroma, y se volaron cayendo en perfecto orden, sólo que se ordenaron mal. Mal porque así no los quería... Y yo, la sigo mirando, y está ahí.. Sin saber lo que hace en mi...

Pero él no sabe que si sé, que consciente soy.
Es que conozco perfectamente mi aura. Mi aura embriagadora. Creo que he llegado a conocerla demasiado como para saber que llega a hacer daño.
Asumo.
No es que sea sólo mi aura, también tengo mi magia de saber entender, entender eso que el Mundo del Alma tiene para decir. Tanto... Que ambas son el arma peligrosa en el juego  bendito del querer...

Y ella sigue ahí. Ahi ahí, ahi aquí. Tan mía y tan ella. Ella.. Ella a lo lejos me pone fronteras a las que jamás pidieron sus permisos, y las he cruzado, tantas, y nunca ésta. Nunca ahora, pero al fin ahora parado sobre ella. 
Cambia el ritmo de cómo late el corazón y de esa de las que todos hablan y de las que hay para todos. 
Y porque no sé, mi cabeza está hecha un lío ordenado, que más que desordenorden es un cáos a grandes rasgos improvisados.
Tan frágil en estas manos torpes que increíblemente saben cómo hacer que no se quiebren los lazos. 
No soy yo como quería. Y hoy me tiene como quiere que quiera y sin querer la quiero.
Si, la quiero.

Él cree está mal, y yo lo escucho y lo veo y lo entiendo, y él no cree que sea así, lo siento. Pero estamos en iguales tierras, ambos, yo, luchando contra las mismas guerras, contra los mismos mounstruos, contra nuestros mismos propios prejuicios, contra nuestros mismos yoes.
Yo aprendí al fin, y hoy lo vuelvo a sentir...



Arriesgarse sin más que el hoy.