No basta con lanzarse al vacío
de no saber qué pasará
ni qué vendrá,
de esperar lo mejor
y en parte
de lo que anhela.
No basta y no alcanza,
porque nos sepulta y nos condena a medio tiempo.
Nos lleva a dar un paseo en retroceso.
Lo que pasa por el alma
empieza a sentir el desosiego del no saber
y que insensiblemente desesperanza el mágico porvenir,
el que veiamos llegar
y soñábamos construir,
mintiéndonos en el camino
tal vez;
pero dejando entrar la resolana del
"puede llegara a suceder".
Se desvanece la idea de un futuro a nuestro modo,
los deseos de verlo llegar,
porque sabemos que no será asi,
asi como lo ven los ojos de la aspiración
y olvidándose de algo...
Sabemos que no es así
y asi nos encontramos
con que soñamos,
nos idealizamos cada uno en su porvenir,
pues nos damos cuenta de las cosas que nos ofrece la vida
y empezamos a elegir qué nos gusta y qué no;
empezamos con el descarte a medida que caminamos
y avanzamos en la lucha de mantener lo que elegimos,
lo que queremos...
Cayendo cuando lo debemos dejar ser y aceptar
que tal vez, no era en lo que se daba...
Asi desdibujamos nuestro anhelo
y lo convertimos tal vez,
en una carta de resignación y abandono,
tirándolo a lo que tenga que venir
como si ya no importara,
pues lo que tenga que venir vendrá
y así lo hemos de esperar,
y sin más...
Pero no nos dimos cuenta que
aún asi
lo que hicimos fue andar por nuestros deseos
dejándolos ser y aceptando
aún cuando debían dejar de serlo.
Llegamos a estar donde debíamos estar,
la vida nos condujo hacia donde debíamos llegar
trayendo a quienes debian ocupar tiempo y espacio,
entendiendo que no nos debemos abandonar,
aún cuando hayamos dado todo
o creyendo que asi ya lo hicimos,
que ya no hay nada más que hacer,
sino esperar a que suceda
y sea como deba ser.